sábado, 25 de junio de 2011

BAJO EL SOL



Oculto el rostro de la mañana y miro. Serpentea, escala, la calle desdibujada sube a ninguna parte. Pierde su forma. Lo dije tantas veces al verla alejarse, mira hacia atrás por encima del hombro y sigue. Repite la despedida cada vez que la observo.

Alcanzo el principio de todo, la llegada, con la visión restringida. Memorizo los vuelos, la silueta de la cúpula, las antiguas chimeneas supervivientes… Olvidé la hora abajo, en una caída al precipicio y borré los segmentos de los segunderos. Podría, a través de la red anudada, brindar con cava o comer una pata de pollo, tejer una bufanda, coser un botón, leer las predicciones climatológicas, la receta del día, o pensar en la mejor marca de perfume y su fragancia… Las últimas noticias son pies doloridos y chichones, lo leí en el diario invisible y desflecado. Pronosticaban una mejoría de alpargatas y cascos.

Si esos nudos se desatan los colgaré de las antenas, como banderines, que las aves celebren pedacitos de nidos. Futuras casas con alas inteligentes que harán multiplicación de árboles.

Pero, volviendo al principio y a la careta que le he puesto al día, no termina de cuadrarme el horizonte que percibo. Con la lupa de la lluvia esas líneas lejanas se acercan y todo es más fácil. Está a la vista. El límite son los cristales cayendo y el café sobre la mesa, el mismo cuento de siempre a la hora de dormir, la lista de la compra pinchada en el corcho, las llamadas pendientes, pendientes, pendientes, pendientes, nadie contesta… Cuesta arriba, este sol desmelenado, embadurnando paredes y tejados, obliga a mirar más lejos de la cuenta.

Voy a cerrar los ojos y a escribir una carta larga, como cuando usaba lápiz y bolígrafo. Una carta amorosa, ninguna novedad alarmante –las sirenas ya hacen a diario su labor-, una carta con muchos adjetivos consuelo, solidaria con las soledades deshilvanadas, mientras todos siguen corriendo sin parar, lleguen o no a donde tienen que llegar.

Ahora respira. La teja solitaria espera el paso de un planeta. Esto lo dijeron en la tele, hace mucho tiempo, pero los planetas pasan siempre de largo y algunos usan anillos muy raros.

Un día cualquiera lo digo. Esta noche no.

La madrugada ató labios en la almohada y los sueños caminan como equilibristas sobre el alambre de la algarabía festiva.

(25 – 26/06/11)