sábado, 14 de mayo de 2011

SOBRE EL ALGODÓN DE LOS DÍAS


Estamos sobre el algodón de los días dispersos, todos los que cayeron de las ramas: leña. Hoguera. Las danzas sobre el muro, lenguas de sombra, lamiendo las grietas del año distante. Alguien abrió ya las verjas primaverales y dispuso una colección de impermeables. Sin embargo, la epidermis de algún desierto pretende cada gota como la bendición de los besos y desnuda su alfombra de arena triste. Será que al llegar los nocturnos desvaríos, cuando las calles desisten de contar tanto paso enloquecido, en los recodos umbríos parpadean ojos y deseo.

Extraña que cada letra acomode su silueta sobre almohadones y vague por el Universo, como si buscara el anillo perdido de Saturno. Va a decir… Enmudece y sólo una cinta transparente, inscribe la frase acallada, en el aire del espacio. Humo. Y ceniza.

Entonces, recuerda las mercancías expuestas, aquella nave espacial. Viaja. Viaja en el tiempo con un reloj prestado, son los relojes que mejor marcan las horas. Horas ajenas. Todo comienza a ser ajeno en el cordón desatado de la noche. Hasta los silencios son incómodos zapatos de otro número que no se ajustan al pie que los calzan. A pesar de ello, cree que podría caminar sobre el aire si lo intentara. O sobre las aguas del río revuelto de sus dudas. O sobre la empinada pendiente que sube hasta el andén de una estación desconocida. Caminaría incluso sobre los reclinatorios del templo vacío, como una gimnasta en competición, y después haría la señal de la cruz, una genuflexión y saludaría con una reverencia mística.

Estamos sobre los algodones de los días dispersos que cayeron en las palmas de nuestras manos. Si fuese otro momento diría, te diría, algo sobre la lectura de cada línea escrita en la mano extendida, pero no es momento de lectura sin sentido. Así, pues, si quieres te leo el prospecto del remedio que no tiene remedio.

En otro espacio, en otro lugar, sería otra (más). O menos. Seríamos otros, más. O menos.

Ahora cuenta con los dedos el porvenir. Divaga.

P.D.: Siempre estuve loca-mente en (la) morada de los cuerdos, re-cuerdos.